Ahmedabad. Entre mezquitas y los pasos de Gandhi
El último punto de nuestro recorrido antes de venir a Mumbai fue
Ahmedabad, en el estado de Gujarat, que está al sur de Rajasthan.
Ahmedabad es una ciudad enorme, y al llegar ahí fue la primera vez en
el viaje que me sentí en verdad agobiada por la India; el tráfico es
terrible, la ciudad está tan llena de polvo que no puedes ver a más de
quince metros de distancia, el ruido es insoportable y parece que no
cesa en toda la noche.
Ya de día el lugar resulta un poco menos terrible. Aunque la ciudad es
enorme, tiene algunos sitios hermosos y algunos árboles que refrescan
la vista de puestos y puestos. en general Ahmedabad es el centro
regional de comercio, entonces mucho de lo que sucede en ella es sobre
comprar y vender. Pero también tiene algunos viejos monumentos,
principalmente mezquitas que son realmente hermosas.
Nosotras visitamos una de las mezquitas principales, que es un gran
edificio en medio del caos. Sin embargo, al cruzar la puerta entras a
otro mundo mucho más fresco y silencioso que el resto de la ciudad. En
el centro de la mezquita hay una fuente que es en verdad como un oasis
de paz rodeado de columnas. Uno de los extremos de la mezquita está
lleno de columnas que parecen interminables, entre ellas se extienden
alfombras de unas pajas muy delgadas donde los fieles se pueden
tender. Las paredes tienen hermosas celosías que filtran la luz en
formas geométricas. Las cùpulas de la mezquita tienen un aspecto màs
hinduista que musulmán, y es porque de hecho la mezquita se construyó
con algunas piedras de un templo hindú.
Por uno de sus lados, el templo da a un barrio árabe, donde las casas
están ruinosas y las cabras brincan por todos lados. En medio de esa
suciedad, hay un mausoleo con tres tumbas. La tumba principal está
iluminada con lámparas y llena de incienso, pero la entrada para
mujeres está prohibida.
Gujarat es el estado donde nació Gandhi, y Ahmedabad el lugar donde
vivió mucho tiempo antes de iniciar su primer gran acto político: la
marcha por India. En la ciudad hay dos ashrams donde él pasó varios
años. Nosotras visitamos el principal, que antes estaba a cinco
kilómetros de la ciudad, pero ahora forma parte de ésta.
El lugar contrasta con los alrededores: está a la orilla de un enorme
río, y en su interior todo es paz y silencio. Hay un gran museo
dedicado a recordar la vida de Gandhi: sus pensamientos, el tiempo que
pasó en la cárcel, sus huelgas de hambre, la quema de ropa extranjera
que hizo en Bombay, el papel de su esposa en su labor... También se
puede ver la casa donde él vivía en el ashram, que es pequeña y muy
bien iluminada de cuartos construidos alrededor de un patio. El lugar
permite imaginar la vida sencilla que aquí se llevaba: oración,
hilado, cocina comunitaria y labores de servicio.
Uno de los mayores escándalos de la actividad de Gandhi fue que él
abolió la división de castas que propone el hinduismo. Así en el
ashram había también "intocables". La convivencia con ellos era un
aspecto tan shockeante de la vida ahí que incluso la hermana y el
sobrino de Gandhi abandonaron el ashram al no soportar comer con
ellos.
Además del museo y una biblioteca, en el ashram está ahora la
fundación Gramshree, que ayuda a mujeres y niños. Hay centro de
nutrición que alimenta a unos cuatro mil niños al día y talleres donde
se elaboran artesanías con papel. También hay una tienda donde se
venden las ropas elaboradas por mujeres de los pueblos más remotos,
quienes reciben directamente el dinero de la compra. Esta fundación
capacita a niños y mujeres para realizar artesanías y les ayuda a
comercializarlas.
Ahí compré mi primer kurta, que es una blusa larga muy parecida al
kaami. La ropa es de excelente calidad y muy barata. El kurta es de
algodón muy fino y fresco; tiene los puños bordados y muchas flores
bordadas con espejos en el centro. Costó sólo 650 rupias, que son como
160 pesos.
Lo más asombroso es como el legado de Gandhi sigue vivo para la gente.
Incluso el dueño de nuestro hotel en Udaipur citaba frases del Mahatma
en su conversación.
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