Tras el shock de Chennai, y ansiando cambiar de aires, huí a Pondicherry, ex colonia francesa a unas cuatro horas de Chennai. La carretera en sí misma fue un cambio agradable: en cuanto sales del paisaje estrecho y amontonado de la ciudad, empiezas a ver campos, y después de un rato, el mar. De hecho, en un punto del camino hay una enorme mina de sal o salina, donde secan el agua salada para extraer la sal. La vista es hermosa: cuadros de arena donde el agua se seca al sol se alternan con pilas blancas de sal en un extenso llano.
Pondicherry tiene aún hoy día una gran influencia francesa: hay un gran jardín en el centro, algunos edificios de arquitectura francesa, y, si los sabes encontrar, hay barrios completos que parecen franceses, por la arquitectura y la profusión de árboles y flores que los adornan. Pero no sólo eso, sino que también en las calles puedes escuchar franceses hablando su idioma; hay un Liceo francés e institutos y oficinas financiadas por Francia.
En Pondicherry me sorprendió la influencia de un gran maestro, Sri Aurobindo. Aurovindo era bengalí, fue contemporáneo de Gandhi y al igual que él realizó estudios en Inglaterra y después hizo activismo por la independencia en India. Sin embargo, Aurovindo, a diferencia de Gandhi, se apartó de la vida política varios años antes de que se fueran los ingleses. De hecho, Aurovindo llegó a Pondicherry huyendo de la persecución de los ingleses y con el tiempo se fundó ahí su ashram (literalmente quiere decir la casa donde un maestro alberga a sus discípulos).
Aunque Aurovindo murió hace más de 50 años, el ashram posee hoy unos 400 edificios en la ciudad y gente de toda India y de varios países del mundo trabaja en el él o viene a visitarlo. Además de casas de huéspedes, el ashram posee librerías, granjas, talleres de ropa, escuelas, una imprenta y muchas otras cosas que fueron creadas para satisfacer las necesidades de los discípulos y visitantes.
La discípula más importante de Aurovindo fue una mujer francesa de origen turco-egipcio llamada la Madre. A la muerte de Aurovindo fue la encargada de dirigir la administración y organización del ashram, y también fundó una aldea internacional basada en los principios filosóficos de Aurovindo de que la humanidad debía buscar en paz sin diferencias de credo u origen nacional.
Esa aldea se llama Auroville, y fue mi siguiente parada en el viaje.
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