Muertos en Oaxaca

Las fiestas oaxaqueñas tienen varias particularidades: los monos de calenda, las bandas y la algarabía callejera. La festividad de muertos (mi favorita en el calendario) no es la excepción. En este caso, los grupos de gente disfrazada que recorren las calles con música y baile recibe el nombre de "muerteadas".
Por el Día de Muertos Oaxaca recibe muchísimos visitantes, más locales que foráneos. En esta tierra de migrantes muchos vuelven cada noviembre para recordar a los fallecidos, quizá porque la patria nunca deja de ser para nosotros el lugar donde están enterrados nuestros difuntos. La forma en que el Halloween y la celebración mexicana se han mezclado son evidentes: aunque hay calabazas y niños vestidos de Esso en las calles, también hay inflables de calaveras. En la ciudad la explanada del zócalo es cubierta por los tapetes de arena gigantes con motivos tradicionales, y el andador Macedonio Alcalá se llena de ofrendas. Aquí el pan de muerto no presenta los tradicionales huesitos con que lo conocemos en el resto del país: es pan de yema con una cabecita que representa al muerto. Desde el día 30 de octubre muchos recorren la ciudad con ramos de flores, no sólo de cempasúchil, sino también de otras variedades que sirven para decorar los altares. Fiesta de vivos para los muertos, copal, verbena, chocolate caliente y mezcal. Así es noviembre en Oaxaca.

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